Estaba en la sesión con mi “par coach” – los coach también recurrimos a otros “coach” para tratar nuestras metas particulares-, al conversar sobre mi visión y lo que impulsa al coachee a elegir “al coach” que requiere, me escucho diciéndole:
– Quiero ofertar mi Coaching sin encasillarme sólo en una especialización. Creo que el Coaching integral que brindo puede estar presente en el coaching de vida, en el coaching organizacional, en el coaching de equipos o el coaching educativo. Me siento con las habilidades y competencias para desenvolverme en cualquiera de estos espacios.
– Aspiro a acompañar a mis coachees a descubrir su pasión, invitarlos a encontrar su estilo, facilitar su proceso, una aliada que los acompaña a desarrollar su intuición. Vivir con ellos el momento en que se inspiran y construyen ese “observador “dispuesto a “generar su propio destino” y que es consciente de que la transformación que construye surge de la sabiduría interior de su propio ser, ya sea, a nivel personal como a nivel profesional.
-¿Cómo tú, escogerías un coach?-
Se me ocurre una balanza. En uno de los lados, pondría lo prioritario. Para mí, un valor esencial es cómo el coach está presente y me suscita la confianza. En cuanto a lo secundario, pondría aquello que también sería importante para mí más no incidiría mucho en mi elección.
He aquí mi balanza personal donde el lado azul sería lo prioritario y el rojo lo secundario.
– Para ti, ¿Cómo sería tu balanza?
Comparte conmigo en qué basarías tu elección.

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